¡Cuánto tiempo nos faltaron los abrazos, las reuniones familiares, con amigos, con clientes, lo presencial! En un segundo pasamos a las videollamadas; la tecnología nos ayudó a unirnos y canalizar por ese medio no sólo las reuniones de trabajo sino también los afectos y todo esto a un ritmo exponencial nunca visto. Hoy el escenario cambió y debemos empezar de nuevo: necesitamos el contacto físico, la pandemia nos demostró cuán necesario es el relacionamiento cara a cara para nuestro bienestar. ¡Bienvenidos al mundo post aislamiento!
El confinamiento fortaleció al líder. Las relaciones se basan hoy en la confianza mutua, en la flexibilidad, empatía y en humanizar las relaciones, convirtiéndolas más horizontales.
Esta situación redujo nuestros círculos sociales y empresariales y ha dejado al descubierto la distinción entre la cantidad y la calidad de las reuniones presenciales. Hoy son más profundas, buscan encuentros provechosos y no son necesariamente en la oficina sino un almuerzo o un café en un lugar bonito, porque se considera un acontecimiento especial.
Y para asegurarse que su cliente continúe valorando la relación que han construido juntos, es importante comunicarse con ellos de manera frecuente y proactiva, trabajando como socios para ayudarlos a alcanzar sus objetivos. Las relaciones con los clientes se fortalecen a través de las interacciones, que siempre han existido y hoy se suma el uso de las redes sociales las cuales nunca van a sustituir la relación presencial, pero permiten mantener vínculos sólidos.
Publicado en Diario Gestión