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La pregunta es para qué, no por qué

Es común escuchar el dicho “No hay mal que por bien no venga“, asociado al concepto de que cuando vienen sucediendo bien las cosas, sorprendentemente, aparece algo que altera “para mal” lo que venía sucediendo. Sin embargo, en la realidad de la vida, las malas noticias son buenas… Es decir, que el dicho más cierto es “No hay bien que por mal no venga”.

¿Has recibido alguna noticia que no esperabas y que desafortunadamente, “es mala”? Este refrán transmite una visión optimista de la realidad, al afirmar que se puede cambiar a una situación favorable en poco tiempo. Las malas noticias son la oportunidad para crear algo nuevo y vencer la dificultad.

¿Quién de nosotros no ha pasado por esta experiencia? Una “mala noticia” siempre nos sitúa en un mal día. Es común tener un impacto emocional muy fuerte, donde aparecen inmediatamente los temores, desánimo y baja autoestima. Lo primero que nos debemos de preguntar cuando nos dan la “mala noticia”, no es ¿por qué? Si no, ¿Para qué?. Conectémonos con el reto para superar la adversidad.

A veces esperamos que nos den el empujón necesario para detectar esa oportunidad que nos quita el sueño. El motivo por el cual no la aprovechamos en su momento es por miedo al cambio, por querer seguir en la zona de confort, del círculo de confianza, por inseguridad, etc.

Una vez que generas el cambio, piensa en un resultado exitoso reciente, en un momento en que te sentiste realmente orgulloso por lo que fuiste capaz de lograr. Así, mostrarás tus habilidades, potenciarás más tus fortalezas, te mostrarás más seguro de ti mismo y tendrás mayor desempeño en lo que decidas hacer.

Cuando suceden acontecimientos difíciles, es en realidad el momento de las grandes oportunidades. Tu futuro comienza hoy!

Publicado en Diario Gestión