Es indudable que la imagen habla mucho de nosotros mismos, pero, ¿cómo sabemos si estamos dando las señales correctas? Mantener una buena imagen nos beneficia enormemente en nuestra vida personal y profesional. La reputación es una herramienta que si la sabemos utilizar correctamente, nos ayuda a lograr nuestros objetivos. Por eso es muy importante prestar atención a nuestro comportamiento, a la forma en que nos vestimos y cómo nos expresamos. El lenguaje verbal y no verbal revelan la veracidad de nuestros mensajes y proyectan señales importantes de nosotros. Entonces, ¡Pórtate bien!
La reputación se construye con el tiempo, en todo momento y en todo lugar. Arma tu plan de vida y observa cómo quieres posicionarte: Acuérdate de los aspectos positivos que tienes, cuáles son tus habilidades, qué atributos quieres mostrar, potencia las cualidades que te hacen único y diferente, cómo quieres ser reconocido en tu sector o actividad. Lo importante es ser siempre tú mismo: Íntegro y auténtico. Y si lo aplicamos a la vida profesional, nos ayudará a generar vínculos, construir confianza y a mantener un diálogo fluido con los grupos de interés.
Y así sucede también en las empresas. El éxito de éstas depende de cómo sean percibidas desde fuera. El buen gobierno corporativo ayuda a mantener una buena reputación, pues por encima de todo, los grupos de interés quieren integridad de las empresas con las que se relacionan.
Para cada uno de nosotros, la reputación personal es una de nuestras cualidades más preciadas y en las empresas, la reputación es el activo intangible más valioso que tienen.
Publicado en Diario Gestión