Los errores forman parte esencial de la superación personal y profesional; es poco realista pensar que no vamos a cometerlos. Todos los cometemos de una u otra forma y en diversas áreas de la vida. Ese no es el problema, sino la forma en cómo los manejamos y en cómo podemos aprender de ellos.
Hay quienes cuando cometen un error se obsesionan con lo cometido y esto les genera frustración, inseguridad y miedo a enfrentar nuevos desafíos en la vida. Por otro lado, hay quienes ante el mismo error analizan en qué fallaron, investigan, aprenden, y por lo tanto crecen porque van sumando experiencias y asumen los retos con mayor seguridad y confianza.
En el mundo empresarial está bien celebrar el éxito, pero cuando se comete un error es importante prestar atención a las lecciones del fracaso. Ver la forma en que una empresa se enfrenta a sus errores, nos da una noción de cómo aprovechará mejor las ideas, cómo actuará en el cambio y cómo explorará otras vías para el éxito. No hay aciertos sin pruebas, sin riesgos. Incluyamos los errores en los planes de nuestra empresa, porque no pasa nada con equivocarse.
El éxito y el fracaso son las dos caras de una misma moneda. El fracaso es la oportunidad de un mejor comienzo para ser más responsables, ganar experiencia, tomar decisiones calmadas y así evitar riesgos innecesarios. Nos llevan a ser profesionales con mayor evolución, tener reacciones más rápidas para revertir situaciones y nos hacen también más comprensivos con las fallas de los demás.
“De los errores se aprende más que de los éxitos”.
BILL GATES
Publicado en Diario Gestión