La pandemia nos sacó de las oficinas y nos colocó frente a una nueva realidad, donde pudimos dedicar más tiempo a nuestra vida privada y estar más cerca de nuestras familias. Y nos dimos cuenta que no era necesariamente importante trabajar en las oficinas a tiempo completo. La recuperación de la presencialidad se convirtió en la oportunidad perfecta para cambiar un hábito en la forma de trabajar y comenzar una vida más flexible… Encontramos entonces, muchas ventajas en el trabajo virtual:
• Mejor estilo de vida: nos ayuda a tener un buen balance entre la vida personal y profesional; disfrutar de nuestra familia, mayor interacción con los hijos, hacer deporte o tener más horas de sueño.
• Ahorro de recursos: los viajes se convirtieron en videollamadas, lo que permite un mayor número de reuniones en un día y la frecuencia es mayor que antes. Ahorramos en traslados y estadías, somos más productivos.
• Optimización del tiempo: somos más eficientes pues ya no hay horas muertas por el tráfico y las demoras en los traslados de la casa a la oficina y viceversa.
• Fortalecimiento de las relaciones laborales: la confianza creció.
• Sí se pueden generar vínculos a través de la pantalla: uno ha aprendido a generar empatía por zoom.
• Reuniones más productivas: si bien son más transaccionales, son cortas y más directas.
• Mayor libertad: podemos ser nómadas digitales y pasar por la experiencia de vivir fuera.
• Rompimos paradigmas: el trabajo remoto sí funciona.
Publicado en Diario Gestión