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¡Ok, me equivoqué!

Hablemos primero de nuestros propios errores antes de criticar los de los demás. Sabemos que errar es humano, sin embargo, a la hora de tocar el tema es más fácil, como dice el dicho, mirar la paja en el ojo ajeno.

Muchos pensamientos entran en juego al momento de afrontar nuestros errores y eso nos genera malestar. Por esto, tenemos que empezar a trabajar en ellos, primero que nada, reconociéndolos ante nosotros mismos para evitar la resistencia a aceptarlos, ya que ello puede funcionar como una venda para revertirlos.

¡Ok, me equivoqué! Lo acepto y lo asumo. Es lo primero.

Los equipos exitosos requieren un buen líder y la primera señal de un líder competente es el que tiene un buen equipo de trabajo.

Cuando el líder comete errores, los reconoce y tiene la habilidad de admitir cuando está equivocado, mejora sus relaciones humanas, sus vínculos, construye confianza, fortalece las relaciones interpersonales, crea empatía, la comunicación se hace más transparente, mejora la capacidad de liderazgo y nuestra actitud se vuelve más positiva.

Como líder eres responsable de lo que ocurre en la empresa y reconocer los errores es la mejor oportunidad para aprender y crecer.

Comunicar los errores de la forma correcta fortalece la empresa y evita la frustración de los empleados con el fracaso. Esto hará que se sientan libres de innovar, de generar creatividad con mayor seguridad, considerando que ellos pueden también tomar el mismo riesgo.

Esto ayudará a formar un equipo ganador. Lo más importante, sobre todo, es mostrar que además de aceptar nuestros errores hemos aprendido de ellos y sacado las mejores lecciones, explicando por qué los cometimos.

Así fortalecemos nuestro equipo y, sobretodo, no los volvemos a cometer.

Publicado en Diario Gestión